Pausas. Algo inconcluso. Suspenso. Un tiempito para qué, preguntó Ámbar
y se fue. Qué pasó esa noche, qué pasó en la playa, qué pasó mucho antes de llegar
ahí. Nadie sabe nada, nadie dice nada, nadie oculta nada. Hace rato que partió.
Se me cayó un espejo al piso, y me vi reflejada en pedacitos. Se me
partió el corazón, comentó con una risa ridícula. Si juntás los trozos de
vidrio con una palita y lo tiras afuera vas a ver fragmentos de cielo azul,
ahí, a donde estaba uno antes viéndose. Si pisás y pisás y pisás con paso
fuerte sobre superficie maciza vas a triturar los pedacitos hasta hacerlos
arena. Así es como nace la arena. Uno se pregunta cómo puede haber playas tan
inmensas y bonitas, sin advertir que está descansando sobre un montón de
imágenes trituradas, machacadas, desplazadas. Que irónico, no? Irse a la playa
para quitarse de encima una pila de representaciones y después dormir, leer,
relajarse sobre otras que ya están viejas, que ya están usadas, despedidas,
abandonadas.
Ahora, si no es en la mar, si no es en la playa, ¿en qué parte de todo
este paisaje es que aparece algo nuevo? ¿dónde está lo que uno busca para
empezar otra vez desde un inédito lugar?
En la honda playa lo inédito llama.
ResponderEliminarHermoso, Emilia.