lunes, 30 de abril de 2012

Así es como nace la arena


Pausas. Algo inconcluso. Suspenso. Un tiempito para qué, preguntó Ámbar y se fue. Qué pasó esa noche, qué pasó en la playa, qué pasó mucho antes de llegar ahí. Nadie sabe nada, nadie dice nada, nadie oculta nada. Hace rato que partió.

Se me cayó un espejo al piso, y me vi reflejada en pedacitos. Se me partió el corazón, comentó con una risa ridícula. Si juntás los trozos de vidrio con una palita y lo tiras afuera vas a ver fragmentos de cielo azul, ahí, a donde estaba uno antes viéndose. Si pisás y pisás y pisás con paso fuerte sobre superficie maciza vas a triturar los pedacitos hasta hacerlos arena. Así es como nace la arena. Uno se pregunta cómo puede haber playas tan inmensas y bonitas, sin advertir que está descansando sobre un montón de imágenes trituradas, machacadas, desplazadas. Que irónico, no? Irse a la playa para quitarse de encima una pila de representaciones y después dormir, leer, relajarse sobre otras que ya están viejas, que ya están usadas, despedidas, abandonadas.

Ahora, si no es en la mar, si no es en la playa, ¿en qué parte de todo este paisaje es que aparece algo nuevo? ¿dónde está lo que uno busca para empezar otra vez desde un inédito lugar?

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