lunes, 9 de abril de 2012

La cinta está rallada


Stop. Rebobinando. Replay. Pausa. Imaginate que esto es una vieja casetera, de esas donde se puede volver atrás, volver a ver, repetir incluso en cámara rápida con la cinta rodando vertiginosa, donde la película se sucede a los saltos sin que uno tenga tiempo de procesar cada acto, todo a las corridas en una chorrera de episodios con voces distorsionadas. Play. Se enrocan en mantas ralladas ruge el mar corren por las dunas irrumpen en casa los reciben radiantes gritos guitarras respiran ríen comen y charlan, maní recubierto pimientos rojos  huevos  rúcula queso hongos parrilla, charlando comiendo se matan de risa, racionan irracionales beben cerveza entregan la tarde conversan relucientes, poco lúcidos rajan por la noche respiran ráfagas de aire, basta de rabias basta, corre a la mar en la madrugada, se tira al agua, raspa con un montón de pececitos nocturnos que se encienden fluorescentes con el rose, ríe tormentosa truena, hay rayos, hay lluvia. Stop. La cinta está rallada, la pantalla llueve ruidosa, se abre un gran paréntesis, un agujero negro se traga una parte oscura y al fin. No recuerda nada. Amaneció en una roca. Despierta dolorida con una terrible jaqueca, lejos,  sintiendo que el cuerpo le habla.

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