lunes, 2 de abril de 2012

Al tercer estornudo, ein nagel auf den kopf


Achú Achú achú y al tercer estornudo aparece Antonio Nagel para darle un pañuelo. Antonio Nagel es rubión, argentino descendiente de alemanes, lleva los bolsillos llenos de cosas útiles: pañuelos, guantes de lana, manteca cacao, caramelos de miel, lapiceras, una cuchara, una moneda. Sabe que en el camino va a conocer gente nueva, quizás por necesidad, para no andar tan solo, aprendió a responder a las necesidades de los otros. Cuando no sabía qué camino tomar, sacaba la moneda y la lanzaba para arriba, cara o seca decía, y al final siempre optaba por la izquierda a pesar del resultado. Desde que andaba en Uruguay prefería llevar una moneda de dos pesos, porque de un lado llevaba dibujado un carpincho y le recordaba los viejos paseos en piragua. El río, decía, el río es muy frío en Alemania. Por eso cargaba los guantes de lana, grises, provechosos para el helado invierno del que acaba de escapar, ridículos y divertidos para el cálido otoño que se anunciaba, donde los guantes eran títeres, eran conejos. Antonio sabía hacer chistes, sabía hacer magia, sacar una moneda detrás de una oreja, colgarse una cuchara en la nariz. La miel era el gusto más lindo de la mañana, el gusto más lindo al salir del mar, razón por la que convidaba orgulloso los caramelos que se había robado del supermercado. La manteca cacao se la había regalado una bonita tucumana que le descubrió los labios paspados una noche de marzo luego de un fogón. Se viaja y se aprende, sostenía. Antonio le enseñó a Ámbar palabras en alemán, como nagel, que significa clavo, como kopf, que significa cabeza, y después se le instaló, como ein nagel auf den kopf.  Se quedó ahí, para asegurar alguna cosa, para asegurar alguna idea, tal vez para recordar que llevaba pañuelos en el bolsillo, pañuelos para sonar la nariz, para secar una lágrima, para taparle los ojos, para cubrirle la cabeza del sol. Pero, extrañamente desconfiado de la memoria ajena, insistió, por las dudas, tomó una lapicera y en la palma de su mano le escribió, reisen und lernen, viajar y aprender. 

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