Me vine a la playa porque sentía que algo me quemaba adentro.
-Te estás escapando! –me dijo una amiga que me crucé camino a la
terminal.
-No, estoy dando un paso, dos, tres, cuatro, le estoy buscando un
término.
-¿Un punto hasta dónde llegar?
-Una palabra.
Por andar acostada arriba de espejos, arriba del cielo echo pedazos, en
la playa me quemo más.
Quemarse, concentrar las impresiones de los rayos solares que te señalan
mediante un veloz y continuo zigzag eléctrico. Aglutinar y encenderse. Mostrarlo
en la piel. Así, como con la vergüenza pero en otro tono, cálido, pero más
amarillo.
Quemarse, decir algo de lo que después nos vamos a arrepentir, decirlo
en un instante de repente como un disparo como fuego como sangre, caer en la
cuenta, sonrojarse con la evidencia, con el incipiente abatimiento ponerse
colorá, exponerse colorá. Así, como un bronceado pero en otro tono, situado, rojo camarón.
Quemarse, por una tensión excesiva, arder.
Voy a volver como una brasa,
negra carbón.
Vas a ser una hermosa negrita entonces
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